Siete años van, siete años van.

El gobernante de mis cielos

El que atrapa mis sueños

Quien me cuida en las alturas

Y me alza

Para no estrellarme contra el suelo.

Siete años siendo mi ángel guardián.

Siete años van.

Siete años van.

Con cientos de batallas a sus espaldas,

A cada cual mas pesada.

Con mil estrellas a su alrededor

Que ahora alumbran su mirada.

Esa mirada gris

Tan cálida llamada hogar.

Siete años siendo mi ángel guardián.

Siete años van.

Siete años van.

El que se cuela en mis sueños

Previniendo que pronto regresará.

"Acordaos que vuelvo en nada" alegaba,

Y aquí sigo esperando, por si decide bajar.

Y estaré siete millones de años más

Recordándole desde aquí abajo,

Hasta que el encuentro sea real.

Siete años siendo mi ángel guardián.

Siete años van.

Siete años van.

Por ser como soy.

Y te pido perdón porque hoy me siento culpable.

Culpable por ti, por mí y por todos mis compañeros.

Por las cagadas continuas.

Por los logros que acabaron en fracaso y por siempre, siempre decepcionarte a cada paso que doy.

Por eso y mil motivos más, hoy me siento culpable, 

culpable por ser como soy.

.

Por mucho que cueste

Días luminosos, noches lluviosas.

Sueños que penden de un hilo luchando por permanecer despiertos.

Madrugadas ahogadas en sudor y lágrimas, intentando olvidar las pesadillas de antaño.

Y vuelta a renacer en la monotonía, porque nada cambia, porque todo empieza una y otra vez donde se quedó la pasada noche.

A oscuras, lloviendo recuerdos llenos de barro, manchando cada rincón de mi mente, enlodando mis pensamientos mas oscuros y desordenándolos aun más.

Ojalá y algún día, por mucho que cueste, que cueste para bien.

Que los días luminosos se queden así, 

que las noches lluviosas, por mucho que llueva y por muy oscura que sea, espero siempre hallar luz.

Porque siempre, por mucho que cueste, siempre se encuentra luz.

A ti, mi querida alma gemela.

Almas que buscan a a su mitad vagando entre sueños.

Sin verse las caras, sólo sintiendo ese amor tan grande que desprenden el uno del otro.

Hasta que, un día como otro cualquiera, sus cuerpos chocan, sus miradas se cruzan, el mundo estalla y todo empieza a cobrar sentido.

Y ese día está por llegar.

Y me dirijo a ti, mi querida alma gemela que te escondes como si fueras la muerte tras un velo negro en mis sueños: estoy esperándote, no tengo prisa, sé que llegarás.

Hecho de fuego

Hecho de fuego
entre cenizas y humo
sale a relucir tu espíritu.

Qué catástrofe

Qué catástrofe es esto de la vida.
Qué catástrofe esto de sentirte bien.
Inseguridad personificada con cada gesto o palabra.
Sentimientos encontrados en una taza de café que se queda helada a cada sorbo que doy, como helada se queda mi mirada cuando me clavas la tuya.
Ignorancia por los poros de tu piel calando mis palabras y alternando su significado dando un giro de ciento ochenta grados.
Qué catástrofe esto de la vida.
Que catástrofe esto de estar bien.

Inexistencial

Sola, triste y sola en la áspera espera de un futuro sin respuesta ni convicción dejándome a expensas de lo que pueda ocurrir.
Sola, a oscuras, sin saber siquiera dónde hallar un frágil halo de luz.
Y pasarán los años, pasarán volando y todo seguirá igual, yo seguiré igual.
Con miedo a seguir viviendo, con miedo a decepcionar, sin nada a lo que aferrarme, sin nada por lo que luchar.
Y esta será mi vida: inexistencial.

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